miércoles, 30 de noviembre de 2011

Decisiones

Normalmente me defino como una persona que le gusta mucho reflexionar las cosas antes de llevarlas a cabo, pero últimamente, la impulsividad se me antoja algo muy recomendable. Según la RAE, la impulsividad es:  hablar o proceder sin reflexión ni cautela, dejándose llevar por la impresión del momento. Y es que, de vez en cuando, uno se encuentra en situaciones en las que es bueno dejarse llevar. 
Según la canción de Vetusta Morla, grupo indie, llamada "Copenhague": "Dejarse llevar suena demasiado bien, jugar al azar, nunca saber donde puedes terminar o empezar". Pues eso, normalmente es bueno reflexionar antes de hacer algo, pero, a veces, lo mejor es soltarse la melena, dejar a pepito grillo callado y hacer lo que el cuerpo nos diga. 
Y esto precisamente me pasó el viernes pasado. Un día cualquiera, bueno, un día de ardua tarea, se me presentó una oportunidad difícil de rechazar. Resulta que me encuentro a puntito de entrar en clase, y, de repente, me encuentro subido en un autobús camino del aeropuerto, cogiendo un avión y yendo a una exclusiva fiesta en la discoteca Pacha Ibiza. Todo fue muy precipitado: unas RRPP recolectan a 200 estudiantes de la universidad de Málaga, les dan de comer y se las lleva a la isla blanca. Y, aunque parezca una locura, todo fue rápido, sin tiempo para pensar en si hacerlo o no. Y no, no me arrepiento. Quizás, en un momento del curso como este, a rebosar de trabajos y sin tiempo para nada, algo así hubiera significado una utopía para cualquier estudiante, pero es fue una oferta irrechazable. 
Una cena con un lujo superior, tipo Gossip Girl, que una persona de mi nivel económico (y el de la mayoría de las personas que íbamos), no debería ni soñar. Como en un cuento de hadas, todo estaba de cara, el tiempo, la compañía... y en eso quería pararme. La compañía fue enriquecedora: personas muy diferentes, que con el motivo de la fiesta, se unieron y entablaron relaciones nuevas y duraderas. Gente que ya conocías, pero con la que no te habías ni parado a hablar. Una noche para el recuerdo. 
Y es que, a veces, hay decisiones que hay que llevar a cabo para nuestro futuro. Estudiar una carrera u otra puede ser la primera de estas decisiones. Nunca me he arrepentido de la carrera que he elegido, y nunca lo haré. Pero eso no es lo que quería explicaros. Llega un momento en el que todo el mundo se plantea dejar el nido para ganar cultura. En mi caso, decidí hacer ERASMUS. No es una decisión facil: irse un año entero a un país que no conoces, sin nadie... es una decisión muy difícil. Pero estas decisiones son las que marcan el camino de nuestra vida, y, si no lo haces, siempre te arrepentirás. Hace poco han salido las listas de los estudiantes que han pasado la prueba de acceso, y he aprobado. Pero me marcan mucho las palabras de mi madre al escuchar la noticia: "no se si alegrarme o llorar". Y es que se que voy a echar en falta a muchas personas, pero se que si no lo hago ahora, luego puede ser tarde. Seguiré adelante con esto, no pienso dejarlo de lado. ¿Quién sabe lo que yo haré mañana? Nadie, yo me planteo más o menos el día a día, pero se que no voy a estar quieto esperando que se me presenten las oportunidades, las voy a buscar yo. No voy a esperar que cada día cuente, yo haré que lo haga. 
Las decisiones marcan nuestras vidas, eso es así. No hay decisiones malas y decisiones buenas. Todas son válidas, pero cada uno debería saber que oportunidades coge y cuales deja pasar. ¿Un consejo? No dejéis nunca que la gente os diga lo que tenéis que hacer, haced siempre lo que os dicte vuestro alma. 

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