jueves, 2 de mayo de 2013

Café supracafeinado

Y es que duermes mal, poco y mal, muy mal. Tu colchón es una mierda, y eso que dicen que no hay mejor colchón que una conciencia tranquila. Quizás sea ese el problema, que tu conciencia no está tranquila. O sí. No lo sabes. No sabes qué puedes estar haciendo mal para estar así de mal, pero estar, lo que se dice estar, lo estás, estás fatal. Te levantas mil veces por las noches, te mueves en la cama, das mil vueltas. Introspección continua, buscando la causa de ese mal estar. Que si ahora a beber agua, que si ahora al baño, que si ahora me pongo a leer para despejar la mente e intentar seguir durmiendo. Nada funciona.
Y, claro, pasa lo que pasa, al día siguiente tienes unas ojeras que te llegan a los tobillos, unas ojeras que hacen que hasta te duela la cara. Tu cara parece perfecta para una película de zombies. Dando bandazos, entras en la cocina y preparas café. Medio litro en vena para aguantar el día que se te presenta.
No lo has descubierto, pero ese es el problema, la rutina. Tu rutina, tu mierda de rutina. Todos los días la misma historia, siempre igual. Levantarse, todo el día en la facultad, estudiando o trabajando, y por la noche a la cama tras evadirte viendo la TV o una serie en tu portátil. Todos los días igual, desde que empezó el curso, hasta hoy, que falta un mes para que acabe.
Y, de repente lo ves. Te das cuenta. No recuerdas si fue tomándote un café, si fue leyendo, si fue durmiendo, pero lo has descubierto. Justo ahora, justo cuando tu espalda ya no puede aguantar más, justo cuando tu cara está a punto de reventar, justo ahora que vas a acabar. Lo has tenido todo este tiempo delante de tus ojos, pero no lo has visto. Y, entonces, tomas una decisión: coges el teléfono y abre whatsapp.
Te has dado cuenta de todo lo que necesitas, que en realidad es bien poco: necesitas a alguien. Necesitas a esa persona con la que hablar todos los días, contarle todas las tonterías que te suceden, todos los pasos que das. Necesitas una persona que se alegre de oír tu voz, una persona que no te rehuya. Necesitas una cerveza fresca en un bar acompañada de una buena charla. Has estado todo un año sin tener nadie en quién confiar, en quién contar todo lo que pasa en tu día a día y sientes que todo lo que has hecho se quedará ahí, porque no lo has compartido con nadie. Necesitas cumplidos, que te hagan cumplidos. Las malas caras y los hachazos por detrás están demasiado vistos y ya cansan. A veces te gusta oír que lo que estás haciendo está genial, que vas a llegar lejos con eso. A veces te gusta oír que te queda muy bien esa camiseta, que tu nuevo corte de pelo está bestial. A veces te gusta oír que eres grande, aunque solo sea para una persona. Y lo necesitas, claro que lo necesitas, todos lo necesitamos.
La vida no se reduce a vivir, sino a disfrutar viviendo. Deja el café supracafeinado y bébete una cerveza a tu salud, o a la salud de quién te acompañe. Eso sí, no dejes de sonreír, porque te lo mereces, porque trabajas por ello.