lunes, 30 de abril de 2012

Café y tostadas



"—No sé qué me ha pasado. No te ofendas, pero a veces una se siente más libre de hablarle a un extraño que a la gente que conoce. ¿Por qué será? 
Me encogí de hombros. 
—Probablemente porque un extraño nos ve como somos, no como quiere creer que somos. 
—¿Es eso también de tu amigo Carax? 
—No, eso me lo acabo de inventar para impresionarte.
—¿Y cómo me ves tú a mí? 
—Como un misterio. 
—Ése es el cumplido más raro que me han hecho nunca. 
—No es un cumplido. Es una amenaza. 
—¿Y eso? 
—Los misterios hay que resolverlos, averiguar qué esconden. 
— A lo mejor te decepcionas al ver lo que hay dentro.
—A lo mejor me sorprendo. Y tú también. 
—Tomás no me había dicho que tuvieses tanta cara dura. 
—Es que la poca que tengo, la reservo toda para ti. 
—¿Por qué? 
Porque me das miedo, pensé." 
La sombra del viento, Carlos Ruiz Zafón.



Todos tenemos miedo al amor, sobre todo al principio. Quizás sea miedo a decepcionar, quizás miedo a que nos decepcionen. Miedo al fin y al cabo. El hecho de amar siempre ha sido uno de los objetivos del ser humano a lo largo de su historia, pero yo no lo veo así. Mi objetivo no es amar, eso lo hago muy a menudo, mi objetivo es que me amen. Amar es fácil, lo difícil es encontrar alguien que te ame a ti. Ese es el reto: conseguir a alguien que sea capaz de matar por ti, de morir por ti, de buscar las bolas de dragón para resucitarte. 
Y, mientras unos van de flor en flor intentando saciar lo que su corazón necesita, yo prefiero esperar a que llegue la persona indicada, esa que con solo mirarme consiga que me sienta respaldado en todo momento. Esa persona con la que me sienta protegido y a la vez vulnerable. Busco esa persona que haga que parezca que toda mi locura es solo un atisbo de peculiaridad propia de los genios, que me diga que nunca va a dejarme solo ante nada ni nadie, que voy a ser la pieza principal en su puzle. Y poder despertarme siempre con el olor a café recién hecho y tostadas con tomate.