miércoles, 8 de febrero de 2012

¿Fines o medios?

¿Moralidad? Según la Real Academia Española, la palabra moralidad implica la conformidad de una acción o doctrina con los preceptos de la moral, que, a su vez, es lo relativo a las acciones o caracteres de las personas, desde el punto de vista de la bondad o malicia. Y, aunque no lo parezca, es un tema muy importante en la sociedad actual. ¿Que es moralmente bueno? ¿y malo? 
Está claro que la moralidad es un término bastante subjetivo, pues cada cual tiene sus propios principios morales y los lleva a cabo. Para explicar esta subjetividad, han aparecido a lo largo del tiempo muchas doctrinas o grupos que intentaban explicar la moralidad desde su punto de vista. Lo normal es no hallarse en ninguno en concreto, sino aplicar el adecuado en cada momento, pero hay quienes usan el extremismo hasta en este aspecto. Todas estas corrientes se basan en dos conceptos primordiales: el consecuencialismo y el deontologísmo. La primera engloba a todos los grupos que afirman que "el fin justifica los medios", es decir, todo lo que hagas está bien si el objetivo es bueno. Los segundos resaltan el deber por encima de los objetivos, es decir, para este grupo, puede que algo que hagas no te sea beneficioso al final, pero si está bien, es correcto. De cada uno de estos grupos salen, a su vez, nuevas doctrinas que especifican más en lo que es bueno o malo moralmente. 
Explicado esto, os expongo el problema que os iba a detallar. ¿Es bueno prescindir de un amigo si puedes conseguir algún fin sexual? Es decir, ¿puedes hacer algo que afecte negativamente a alguno de tus mejores amigos para poder conseguir una noche de pasión? Quizás, dependiendo de las dos doctrinas anteriormente expuestas, cada cual tenga su opinión, y ahora os lo expongo más detalladamente.
  • Para un consecuencialista, el fin justifica los medios, por lo que estaría moralmente bien. El fin que persigue es conseguir sexo, y para ello tiene que hacer daño a un amigo, pero no importa, pues el fin justifica los medios. A su amigo le dará igual, pues su amigo (el que realiza la acción) está consiguiendo un fin determinado. Esto es lo que piensa el que actúa, pero no el amigo, al que no se le ha pedido opinión. 
  • Para un deontologísta, esta acción sería totalmente inmoral. Ya que la acción que se está llevando a cabo perjudica a alguien de su entorno. Y, aunque el deontologísta desee con todas sus fuerzas disfrutar de esa noche apasionada de sexo de la que hablábamos antes, lo primordial es que todos estén bien, o sea, que su amigo también esté bien. Por lo tanto, este individuo desechará la idea rápidamente, ya que, aunque el fin le beneficiaba, los medios no son moralmente buenos. 
A partir de ahora, cada uno puede pensar lo que le parezca más oportuno. En mi opinión, la idea deontologísta es la más adecuada en esta ocasión. Quizás ahora no lo sepa, pero la amistad que tiene con su amigo se vería seriamente afectada si llevase a cabo la acción. En caso contrario, puede que su amistad se vea fortalecida, lo que es bueno para las dos partes. 
Por suerte o por desgracia, este mundo es más consecuencialista que deontologísta, por lo menos en la Europa Occidental. Para la mayor parte de la gente que vive por aquí, el fin justifica los medios, y todo lo que tiene un objetivo bueno, es bueno moralmente. Quizás todavía queden algunos como yo, gente que prefiere hacer lo correcto a hacer lo que va a conseguir lo mejor para mí, pero son pocos los que piensan así, y muy repudiados socialmente. Está bien visto lo de utilizar a los demás para llegar a la cima, mentir, desprestigiar y todas las acciones de ese tipo, siempre y cuando el que las realice busque subir de nivel, llegar lo más alto posible.