martes, 31 de diciembre de 2013

Y no vuelvas nunca.

Y no vuelvas nunca, 2013. Vete y no regreses. Llévate tus penas, tus malos ratos y todo lo que has causado. Vete y no regreses, por que que tú regreses no va a hacer que regresen a quienes te has llevado. Te odio, te odio muchísimo. Hasta el último momento jodiendo. Quizás sea el augurio de que este 2014 puede ser bueno, aunque mejorarte, querido 2013, no es nada complicado. Y te lo digo a la cara, vale que he conseguido algunas de mis metas de toda la vida, pero a un precio muy alto. Perder tanta gente importante en mi vida en tan poco tiempo, tener problemas hoy y problemas mañana, luchar para terminar en un año asignaturas que tenías que haber repartido en cuatro... No, no me has gustado. Por que antes las cosas salían mejor, por que antes llegaba gente a mi vida para reemplazar a los que se iban, por que antes la fortuna me sonreía de vez en cuando. Por eso no me disgusta que te vayas, es más, estoy deseando que termines, que desaparezcas de mi vista. Y, ahora, querido 2014, hablaré contigo. Porque yo no voy a empezar el año comiendo uvas (vaya shit), prefiero hacerlo bebiendo chupitos, chupitos con mensaje. Uno por conocer nuevas gentes, otro por los que siguen conmigo aún. El tercero por la familia, el cuarto por que siga creciendo y no disminuyendo. Uno más por marcarme nuevas metas, otro por conocer nuevos reinos. También otro por la literatura y otro más por la buena música. Dos para el trabajo, que dos chupitos tienen más poder que uno, y otro por no parar de querer seguir aprendiendo. El último será por la fiesta, por la elegancia, por el champagne. Así espero darte la bienvenida, brindando por que llenes de sonrisas mi cara, por que llenes de alegría mis fotos, por que llenes de música mis recuerdos. Estamos destinados a entendernos, querido 2014. Si te portas bien, quizás el año que viene pueda brindar con toda mi gente y que algunos de los que quedaron en la cuneta vuelvan para felicitarme las fiestas. Espero poder hacer gala de mi título, ese que tanto me ha costado conseguir y que a partir de ahora tiene que abrirme las puertas de la gloria. Querido 2014, haz que salga de estas cuatro paredes que me limitan, ábreme las puertas de un nuevo mundo, de nuevos lugares; querido 2014, dame fuerzas para avanzar. También, querido 2014, espero que no te importe que te empiece vestido de luto, el luto es por el 2013, tu odiado antagonista. Para compensarlo, pienso lucir una sonrisa brillante y enorme toda la noche, seguida de una buena cantidad de whisky con los que me quieren. Solo quiero, 2014, que no seas como el 2013. Lo repudio, lo odio, que no vuelva, por favor, haz que no vuelva.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Atlas

Quizás ni tres meses llevo en mi nueva (y espero que efímera) vida en el pueblo. Tres meses que dan para mucho. No. Tres meses en los que lo único que he podido comprobar es que la gente que quedó aquí ha cambiado, ha olvidado. Consumidos por el pueblo. Gente que no ha conseguido mantener su beca de estudios y ha tenido que quedarse en el pueblo y decide que lo más sensato es comprarse un coche con su primer sueldo en lugar de guardarlo para poder seguir estudiando en años venideros. Una forma de pensar totalmente diferente. Ya no quieren estudiar, volar de sus casas, vivir la juventud, ahora quieren un trabajo que les de un coche y dinero para copas. También hay quien puede seguir chupando de la teta materna y vivir en la ciudad sin estudiar y buscando curro de neoRRPP (término que adjudico yo a esos que dicen ser RRPP pero en realidad solo son reparteflyers de turno), de camarero o de vendedora de ropa en una boutique. Oye, que está muy bien, pero que para esos trabajos buscan gente joven, y la juventud es efímera. ¿Qué va a pasar cuando tu cara sea demasiado arrugada como para vender ropita a jovencitas, poner copas o dar flyers? En fin, cada uno invierte su tiempo en lo que quiere, y en este país de locos, los cuerdos no abundan obviamente. La cosa es que aquí estoy yo, apostado en mi pueblo, estudiando para una asignatura (que gracias a mi querida profesora no aprobé) e intentando ahorrar para el año que viene no tener que pisar esta tierra. Pero en estos tres meses he aprendido bastante. He aprendido que quien se queda en el pueblo, su vida hace de nuevo, independientemente de lo que haya pasado anteriormente. Los que eran tus amigos ahora no tienen tiempo ni para mandarte un mísero mensaje. La gente que antes salía, disfrutaba de cada segundo, ahora prefiere encerrarse en casa con su pareja y ahorrar para casarse (¡¡¡¡!!!!). Solo quedan cuatro gatos: tú, los dos o tres de siempre (que estudian fuera y cuando vienen quieren salir) y los niños que no han acabado el bachillerato. Guau. Al menos no me puedo quejar de cómo me lo estoy montando. El día que me apetece aparezco en casa a las tantas, y el que no no. Hago lo que puedo, curro cuando puedo y saco pasta de debajo de las piedras. Salgo con poco presupuesto, pero he aprendido que eso no significa que no pueda pasarlo como los indios. Lo único que tengo claro es que, con mis 22 años a las espaldas, soy demasiado joven para buscar un trabajo para toda la vida, una novia para toda la vida y una casa para toda la vida. Quiero viajar, ver mundo, saltar, bailar, beber, probar cosas nuevas. Quiero aprender más de lo que la vida me ofrece. Casi tengo mi carrera terminada, pero aún no estoy listo para trabajar en lo que quiero. ¿O sí? ¿Alguien cree que estoy listo para escribir best-sellers? No. No estoy listo. Pero sé que ese es mi destino, sé que voy a hacerlo algún día. Mientras tanto seguiré viajando, volando, bebiendo, bailando, conociendo. El saber no ocupa lugar, y la juventud siempre se va.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Birds

"Tienes demasiados pájaros en la cabeza para tener 22 años". Pues sí, los tengo, ¿y? No hay nada mejor que vivir con ilusiones. Ojalá algún día pueda vivir en New York. Ojalá algún día tenga un Lamborghini. Ojalá algún día esté viendo un partido del Madrid en el Palco Vip. Ojalá. ¿Y si un día por la calle me encuentro un billete de lotería? ¿Y si algún día un ojeador descubre un enorme talento en mí y triunfo? ¿Y si en el futuro vivo en una importante y bella ciudad europea? ¿Y si? ¿Y si algún día se cumple alguno de esos "Y si..."?
Tener pájaros en la cabeza no es solo bueno, sino que además es sano. ¿Quién no gusta de pensar en una vida mejor que la que tiene? ¿Quién no ha pensado en qué diría a esa persona si la tuviera delante en el mismo momento en que piensa esto? Imaginar es pensar, que es el mejor ejercicio que podemos hacer con nuestra cabeza. Los seres menos dotados mentalmente piensan que lo de imaginar es algo típico de niños, que los adultos no tienen que poder hacerlo. Por eso se me llama inmaduro casi a diario. Por imaginar, por desarrollar una actividad cerebral que me permite, no solo evadirme de mis problemas diarios, sino también ejercitar mi mente, buscando nuevas conexiones, tan importantes en el trabajo que se supone que desempeño.
Tengo pájaros en la cabeza, pero los pies en el suelo. Lo que imagino se queda ahí, en mi mente. Ojalá pudiera hacer real todo lo que imagino, pero por desgracia no soy un personaje de libro. Lo mejor de la imaginación es que te permite hacer real, en tu mente, todo, absolutamente todo. ¿Quién vetó la imaginación a los mayores de X años? Yo no fui, y me cabrea bastante que la gente piense que por imaginar sea un infantiloide. Una persona que imagina no tiene por qué ser infantil, ni mucho menos. Tener los pies en el suelo también es importante. Claro que me gustaría tener un Audi, y fantaseo con ello, pero sé que, hoy por hoy, es completamente improbable. Puedo ser completamente responsable de todos y cada unos de mis actos, puedo hacerme responsable de algo de mucho valor, y a la misma vez puedo imaginar un mundo mejor. Lo que importa de mí no es todo lo que puedo imaginar, sino lo que hago en la vida real, y de eso ya he demostrado bastante. Quizás sea eso lo que me amosca y lo que hace que hoy esté escribiendo esto. Quizás el hecho de que me intenten cerrar la imaginación calificándome de infantil hace que mi mente entre en turbulencias. He dudado muchas veces de si imaginar es bueno o no, pero algo que me hace mínimamente feliz no puede ser malo. Ya estoy harto de gente que se cree mejor que yo solo por no tener imaginación. Si fuera por vosotros, todos los anuncios publicitarios serían iguales. Menos mal que aún quedamos soñadores, gente con imaginación, gente dispuesta a querer un mundo mejor. Si vosotros os queréis quedar con vuestras grises vidas, allá vosotros, yo prefiero imaginarme en un mundo bastante mejor, aunque luego me toque luchar aquí. Ya que tengo que hacer el viaje, que al menos la música sea la que yo quiera.
¿Quién le ató las alas al pájaro para que no volara? Por que sea quien sea, conmigo que no lo intente, que no lo va a conseguir.

viernes, 11 de octubre de 2013

Un final alternativo

Esta mañana han encontrado el cuerpo sin vida de María de Villota en un hotel de Sevilla. Para quienes no lo sepan, María fue conductora de automovilismo. El 3 de julio de 2012 sufrió un grave accidente mientras realizaba unas pruebas de aerodinámica para su equipo. Su vida corrió grave peligro pero, gracias a la intervención de urgencia y varias operaciones, pasó de estar muy grave a estar grave. Perdió un ojo y con ello la capacidad de conducir en altas competiciones.
Esta mañana, tras conocerse la noticia, sus familiares colgaron en facebook el siguiente mensaje:
 "Queridos amigos: María se nos ha ido. Tenía que ir al cielo como todos los ángeles. Doy gracias a Dios por el año y medio de más que la dejó entre nosotros. Fdo. Familia Villota"
Pero ahí no queda la cosa. El último mensaje que dejó María en su twitter personal fue: 
"Con mi amigo Manuel, ya os hablé de él en YoDona. Un gusto volver a verte y charlar" (y una foto con el susodicho Manuel)
Si buscamos, encontramos la historia con el propio Manuel, en YoDona, bajo el título: "un paseo por Sevilla con Manuel". En el artículo encontramos extractos como este:

"Me transmitió cercanía, se parecía a mi abuelo, Juan Antonio, que ya no está con nosotros. Me dijo: «Pues yo voy para allá, si no le importa, señorita, puedo acompañarla. Me llamo Manuel Carlos»."
"Manuel parecía sacado de una novela por su planta y su forma de hablar, rotunda y poética. Tremendamente culto y enamorado de Sevilla, me contaba su historia a la vez que nos acercábamos a una capilla."
"Allí nos separamos mientras él rezaba a la Virgen de los Reyes. Al terminar se acercó a mí y me invitó a tomar un café en el Hotel Alfonso XIII."
"Desde aquel día, Manuel y yo nos hicimos amigos. Vino a verme a alguna carrera."
"Se enteró de mi accidente por la prensa y rezó a esa misma virgen a la que rezó el día que nos conocimos. Acabo de hablar con él. Está en el Hospital de la Santa Caridad, en Sevilla, donde vive en acogida. Volveremos a dar aquel paseo en octubre, cuando iré a verle. Seguro que entonces no se siente tan solo."
Tremendo. Quizás la vida de María estaba destinada a acabar mucho antes, pero el destino quiso que ese paseo con Manuel se realizara. ¿Quién lo necesitaba más: él o ella? No lo sé, pero quizás esta historia de ilusión a lo bello y maravilloso de la vida. Ayer María cumplió su promesa de visitar a Manuel, y cuando acabó, su vida se fue. Quizás fue el final que ella quiso para su vida. Quizás la vida le dio una prórroga para poder hablar con Manuel, nadie lo sabe. Pero, lo que sí sé con seguridad, es que María se fue con una sonrisa, y Manuel llora desconsolado la pérdida de una amiga, pero a la vez sabe que esté donde esté, estará bien. Manuel se despidió de su amiga, y ella de él. A veces, la muerte puede ser poéticamente perfecta. Allí dónde estés, María, gracias de parte de todas las personas que te admiraron en vida, de todas las que te van a admirar a partir de ahora y de parte de todas las que luchan por sus sueños. DEP

martes, 8 de octubre de 2013

Last Words

La gente muere. Todos lo vamos a hacer, tarde o temprano. Quizás eso es lo maravillosamente siniestro de la vida, que tiene un fin. El problema es que nadie nos prepara para la muerte, exceptuando las enfermedades terminales en las que más o menos te predicen el momento de la exhalación del último aliento. Pero, si nos dieran a elegir, ¿elegiríamos saber cuándo vamos a morir o no? Quizás sí, y quizás no. Nadie lo sabe.
Aquí se nos viene otro problema. Muere un ser querido y nos quebramos la cabeza con lo último que dijimos. Las últimas palabras. "Ojalá le hubiera dicho todo lo que le quería". Pues sí, podrías haberlo hecho, y tiempo tuviste, la verdad. Pero, como todo, las palabras se las lleva el viento. Menos hablar y más demostrar. Menos decir "te quiero" y más querer de verdad. Así se llega a los corazones de las personas, así se consigue que, el día que se vayan, recuerden quienes somos.
Alguien no muere mientras quede en el recuerdo de las personas. Hay personas que se fueron de aquí hace mucho, pero que siguen presentes. Quizás ese sea el mejor consuelo. "Mira, te acuerdas cuando..." "Mi abuelo siempre me decía..." Así es como alguien vive, aunque haya muerto. Pero para que esa persona viva sin vivir, antes ha debido de amar sin decir "te quiero". Es difícil, pero no imposible. Quizás podamos poner un poco más de nuestra parte para que el día que expiremos quedemos en el recuerdo de aquellos a quienes hemos querido, para seguir vivos sin seguir viviendo, para que no tengamos que decir "te quiero" para que sepan que los queremos.
Dicen que allá a donde vamos cuando morimos no nos llevamos nada de este mundo, nada material. Dicen que en el "cielo" (me declaro agnóstico en este tema) lo que tenemos es lo que nos llevamos de aquí: nuestros recuerdos, nuestros sentimientos, nuestros conocimientos. Quizás por eso puede que en ese más allá del que todo el mundo habla ya estemos en la mente de alguien, puede que allí ya nos conozcan y hablen maravillas de nosotros. Puede que cuando lleguemos ya haya alguien esperándonos.
Quizás, solo quizás, esa persona que se ha ido, a la que quieres mucho (aunque no le hayas dicho mucho "te quiero") esté en el más allá hablando bien de ti, contando a sus nuevos conocidos el pedazo de nieto, amigo, familiar que tiene aquí, y seguramente esa persona esté aquí, a la vez, en tu mente, en tus recuerdos, en tus conversaciones. Esa persona está viva en ti, y eso ya es más que suficiente.

lunes, 23 de septiembre de 2013

4 años y una vida

Esta no es una historia cualquiera. O sí, no lo sé. Una historia sobre un chaval, un chaval diferente, con ideas diferentes. Nuestra historia comienza cuando el chaval se encuentra en primaria. El profesor pregunta la típica pregunta a la clase sobre qué quiere ser cada uno cuando sea mayor. Futbolista. Modelo. Princesa. Astronauta. Cantante. Todos igual, excepto él. El no quería ser futbolista, el quería algo más simple: ir a la universidad. Aspiras bajo, parecía decir el profesor con su cara, pero para nada. Él quería saber, saber más, nunca dejar de conocer y aprender. Su sueño era ir a la universidad, solo eso. Pasaron los años y nuestro protagonista siguió creciendo, y creció hasta llegar a los 17 años y a 2º de Bachillerato (de ciencias tecnológicas). El chaval está a punto de entrar en la universidad, pero no sabe qué va a estudiar. Cuando por fin se decide, nadie quiere lo que él quiere. Él quiere estudiar Publicidad, comunicación. Sus profesores se llevan las manos a la cabeza: "¡Ha hecho el bachillerato tecnológico, ¿dónde va con una carrera de letras?!" Hizo oídos sordos. Nuestra historia de verdad empieza aquí, ahora. Lo de antes ha sido un prólogo. Ahora nuestro protagonista está pisando por primera vez la facultad. Busca su horario y entra en la clase. Lo primero que ve es a un profesor de unos 50 contando un curriculum de mil páginas con veinte mil cosas, que es lo que él había hecho antes de llegar a esa clase, a dar clase a esos alumnos. Miedo generalizado. ¿Dónde vas, payaso? "Voy a ser mejor que tú, subnormal" pensó nuestro protagonista. Los primeros días fueron difíciles, debido a la timidez que regía la personalidad de nuestro protagonista. Poco a poco fue conociendo a sus compañeros, fue hablando con ellos. Salió de fiesta, hizo trabajos y vivió un buen año. El segundo año de facultad fue más sencillo. Vivía junto a la playa y ya tenía un círculo de amigos más o menos establecido. Las asignaturas no eran más fáciles, pero ya sabía qué hacer para pasarlas. Aprendió aspectos básicos de la publicidad y las Relaciones Públicas y conoció la noche de la ciudad malagueña. Conoció las rencillas de la convivencia y salió escaldado y buscando piso para su tercer año. Su tercer año fue fatigoso. Se notó la diferencia de nivel. Los trabajos ya eran más especializados y sus calificaciones empezaron a regirse por el gusto de los profesores en gran medida. Esta es una carrera muy subjetiva, y eso hay que saberlo desde el primer momento. Trabaja, sale poco, pero afianza grandes relaciones. 4 en concreto. Echa una beca para estudiar fuera, pero el profesor que se supone que debía coordinarle pasó de él como de comer mierda. Funcionarios, qué os voy a decir que no sepáis. A buscar piso de nuevo. En cuarto encontró un bonito piso al lado de la facultad con dos personas de su pueblo y una de sus mejores amigas en la facultad. Problemas desde el principio, un horario partido y sin fin, pero una convivencia envidiable. Llegar a casa y tener amigos es algo importante. Por eso pudo seguir todo el año al ritmo que llevaba. Madrugar, llegar a casa, comer y volver a clase. Y así día sí y día también. Tenía que acabar ese año, tenía que terminar su carrera y dar pie a una nueva historia, a una nueva etapa. Un año difícil, muy difícil. Sus 4 mejores amigos de la facultad no estaban, no. Ni estaban ni se les esperaba. Tras mucho luchar llegó a junio y terminó el curso con asignatura pendiente para septiembre. Una graduación estupenda, una fiesta increíble, pero faltando gente. Seguía faltando gente allí. 2 o 3 personas, personas que habrían hecho de una noche increíble algo para nunca olvidar. Pero la vida tiene esas cosas, que nunca todo puede salir como uno quiere. Eso ya lo sabía nuestro protagonista. Llegó septiembre y acabó su examen. Ahora mismo está esperando los resultados, pero augura uno bueno. Por eso ese chaval hoy ha decidido escribir esta entrada en su blog. Hoy el sueño de nuestro protagonista no está a punto de cumplirse, está a punto de acabarse. En 4 años ha vivido experiencias de todo tipo, ha conocido personas de todo tipo, ha aprendido, ha desaprendido. En 4 años ha crecido, se ha convertido en un hombre. 4 años y una vida, 4 años y una historia, por que la vida sigue, y ahora empieza una nueva historia. ¿Qué deparará a nuestro protagonista la segunda parte de su historia? Nadie lo sabe, pero esperemos que sea tan intensa como esta.

jueves, 29 de agosto de 2013

Fachada

Si hay un valor tradicional que me jode, y mucho, es el bienquedar. ¿Por qué ese afán por demostrar ser quien no eres? ¿Por qué esas ganas de sonreír cuando no te apetece? No lo entiendo, y tampoco lo respeto. Perdonadme si me molesta que alguien que está mal (y yo sé que lo está) intente sonreír a todo el mundo. Perdonadme si me molesta que una persona que odia con todo su ser beber ginebra la beba solo porque es lo que hace todo el mundo. Perdonadme si me molesta que alguien que no quiere estudiar la carrera familiar, la que llevan haciendo sus antepasados desde hace mil, la hace solo porque es lo correcto. Lo correcto es lo que cada uno quiera y sienta. Lo correcto es, si estar cabreado, no intentar forzar una sonrisa. Lo correcto es hacer con tu vida lo que te de la gana, vestir como te de la gana, comportarte como te de la gana. Si hoy te apetece meterte en la fuente del pueblo y bailar, hazlo. Lo que piense la gente no debe interesante. ¿Por qué importa tanto lo que opine la gente sobre lo que se hace o se deja de hacer? Es verdad que hoy en día todo el mundo tiene opinión propia y que es libre de compartirla, pero tú eres responsable de lo que haces con las opiniones que recibes. No tienes que vestirte de cierta forma solo porque a la gente no le gusta la forma que te gusta a ti de vestir. No tienes que beber ginebra si a ti lo que te gusta es el whisky solo porque tus amigos te digan que el whisky es "bebida de viejos". Vamos a ser coherentes, vamos a confiar en nosotros mismos, vamos a hacer lo que nos de la gana. No dejemos que nadie nos diga lo que hacer. Tampoco con esto quiero decir que no podamos considerar las opiniones de los demás. Es más, probar cosas nuevas siempre es positivo, pero tampoco es rentable para uno mismo rechazar sus propios valores. Lo que los demás digan te tiene que importar poco. Todo no, claro. La opinión de la gente que te importa si que vale, pues esas personas solo quieren lo mejor para ti. Por eso, si tienes ganas de llorar, delante de tus amigos no rías, ellos van a darte lo que necesitas en ese momento. Otro de los aspectos más usados en este bienquedar es el ser "políticamente correctos". Lo de expresar tu "opinión" por las redes sociales o en la sociedad real debería ser eso, expresar TU OPINIÓN. Algunos prefieren decir lo que el populacho quiere oír, solo por que le digan: estoy de acuerdo contigo, que razón llevas. Por favor, bajemos de la nube. Ni la mitad de vosotros decís lo que queréis decir. ¿Qué va a pasar? Ya no estamos en la inquisición, ya no te matan por tus opiniones. Somos libres, hay libertad de expresión. Por favor, hagamos del mundo algo mejor haciendo y diciendo lo que nos de la gana, lo que queramos decir o hacer en cada momento. En fin, serafín, que la vida son dos días, y yo no estoy dispuesto a hacer lo que los demás quieran que haga. Yo voy a hacer lo que quiera, voy a vestir como quiera, voy a hablar lo que quiera y voy a mostrar tal y como me encuentro en cada momento.

domingo, 21 de julio de 2013

Atados


Estabas destinado a leer esta entrada, igual que estabas destinado a tomarte el café que te estás tomando, igual que estabas destinado a conocer a aquella chica ayer. Estamos predestinados. Actualmente la urbe no cree en el destino, sino en las casualidades. Pero, hay quienes siguen creyendo en las antiguas leyendas asiáticas sobre la predestinación. Son varias, pero casi todas hablan del hilo rojo del destino. «Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper». Las historias sobre el hilo rojo son muchísimas, pero la más popular, sin duda, es esta:
Hace mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa con la capacidad de ver el hilo rojo del destino y la mandó traer a su presencia. Cuando la tuvo delante, le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa. La bruja aceptó y comenzó a seguir el hilo. Llegó a un mercado, donde una pobre campesina con una bebé en los brazos ofrecía sus productos. Al llegar donde estaba la campesina, la señaló con el dedo diciendo: aquí termina tu hilo. El emperador enfureció creyendo que la bruja se estaba riendo de él y mandó que le cortaran la cabeza. A la campesina la empujó, y su pequeña bebé cayó al suelo y se hiciera una gran herida en la frente. Años después, el emperador vio que ya era el momento de casarse y su corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. El día de la boda, al levantar el bello velo que cubría el rostro de la joven, el rey descubrió que el bello rostro de la que iba a ser su esposa tenía una cicatriz muy peculiar en la frente.
En resumen, las historias estas te las crees o no. Yo me las creo, lo prefiero. Dicen que todo el mundo cree en algo, tienen algo a lo que agarrarse. Prefiero creer en que estoy predestinado que creer en deidades con ánimo de lucro, la verdad. Prefiero pensar que si hoy salgo a la calle y me encuentro una billete de 5€ con un número de teléfono es porque ese billete debía llegar hasta mí. Me gusta pensar que las personas que conozco son las personas que debo conocer y las personas que me conocen están destinadas a conocerme. Me gusta creer que ahí fuera hay una persona que ahora mismo está buscándome.
Quizás sí, quizás no, quizás esa persona ahora mismo esté leyendo esta entrada, quizás seas tú la persona que está al otro lado del hilo rojo que tengo atado a mi meñique, o quizás no. Quizás, solo quizás, algún día nos conozcamos en persona, y ese día, sabrás que el hilo rojo del destino nos ha unido, nos tenía unidos.

viernes, 12 de julio de 2013

Curso Periodismo Deportivo UNIA 2013

Cuando en el twitter de María Jesús Fernández vi que estaba al cargo de un curso de Periodismo Deportivo en Málaga ni lo dude. Sabía que si lo dirigía ella sería interesante, y además los invitados auguraban uno días de entrada de información constante y entretenida. Rellené la matrícula y la beca, que me concedieron, entrando a un curso que para mí era más un premio a un año académico duro que una oportunidad de aprender sobre otra materia.
Pese a que en mi futuro no me veo como periodista deportivo, la práctica deportiva es de suma importancia en mi vida. Fútbol corre por mi sangre y siempre que puedo quedo con mis amigos para jugar un rato o ver algún partido. Y, para más inri, soy fan de Punto Pelota, cuyo presentador venía a dar una ponencia. No había excusa, este curso estaba hecho para mí, debía matricularme, me matriculé.

Con un calor sofocante, el primer día del curso empezó con un tímido Paco García Caridad, que hablaba con un tono bastante bajo y eludiendo preguntas comprometidas. No se mojó, pero su historia del periodismo deportivo fue bastante interesante. Como conclusión de su ponencia podemos destacar que para que un deporte empiece a tener presencia en los medios, los personajes son lo importante. Si un tal José Mourinho en lugar de ser entrenador de fútbol, lo fuera de balonmano, el balonmano tendría más presencia en los medios. Si un tal Mario Balotelli en lugar de jugar a fútbol, fuera nadador, la natación tendría más presencia en los medios. Hoy en día el espectáculo es lo que vende, los personajes son los que venden, y en el fútbol están la mayoría de ellos, por suerte o por desgracia. También concluyó que no había engaños en el periodismo deportivo, sino equivocaciones. Que un fichaje anunciado no se llevara a cabo no era porque fuera una invención de la prensa, sino que por otros motivos se había congelado y no se había formalizado al final. Claro que esta opinión no fue compartida por los alumnos, quienes pensaban en su mayoría que los medios de vez en cuando cuelan una noticia que no es solo para generar audiencia.

El primer día del curso cerró con una clase magistral de Rafael Sahuquillo sobre los diferentes tipos de entrevistas deportivas dependiendo del medio. Pese a ser similares, aprendimos las diferencias de tono, forma de hablar, de comportarse entre las entrevistas en radio, televisión y prensa. Dedicó una frase a la clase que indicaba la meta de todo periodista deportivo de radio: “El sueño de todo periodista radiofónico es que te escuchen además de que te oigan”. Apasionado de su trabajo, la energía de Sahuquillo se transmitió entre todos los que estábamos allí y consiguió que al final todos nos metiéramos (por un momento) en la piel de un periodista deportivo durante una rueda de prensa. En mi caso, la pregunta fue para Isco Alarcón, flamante fichaje del Real Madrid, y le preguntaba: -Buenas tardes, Isco, ¿crees que tras el tropezón de la selección absoluta en la Copa Confederaciones y el buen papel que ha llevado a cabo la Sub-21 en el europeo es el momento de llevar a cabo un cambio generacional en la absoluta?.

El segundo día empezó con un entusiasmo desmedido. Todos esperábamos con ansia la segunda ponencia del día, quizás la más esperada del curso. Pero primero estaba la primera. Carlos Vanaclocha habló claro sobre lo que hay detrás de un programa de radio. Para él, “un productor vale lo que vale su agenda”, y “a los futbolistas los hemos convertido en estrellas los periodistas y aficionados, cosa que no pasa en otros deportes”. Claro, conciso, llevó a cabo un entretenido juego de opinión histórica deportiva entregando libros como premio a quienes acertaran las preguntas que hacía. Divertido y muy ilustrativo, la ponencia de Vanaclocha estuvo llena de buenas anécdotas que te acercan aún más al periodismo que ellos realizan.

Después del descanso, Josep Pedrerol ya esperaba en la puerta del aula. Algunos alumnos, fans del presentador, conseguimos una foto antes incluso de entrar a la clase. Se notaba cansado al periodista, había dormido poco, pero eso no tuvo relevancia en su charla. Enormes palabras de un periodista que defendió el periodismo por encima de todo, en todas sus variantes. Josep defendió que el periodismo que ellos realizaban en su programa era tan válido como el periodismo de autor de Michael Robinson, por ejemplo. Defendió la iniciativa, alentando a los participantes en el curso a mover su Curriculum, a llevarlo por ahí, a conseguir el trabajo que desean. “Si trabajas en lo que te gusta encuentras trabajo”, fue la frase con la que intentó incentivar las ganas de unos estudiantes que están deseando entrar en el mundo de periodismo. "La imparcialidad es una broma de mal gusto, ninguno somos imparcial" dijo Josep cuando se le preguntó por el periodismo de bufanda. Quizás esta forma de decir las cosas claras es lo que lo hace tan grande, puesto que otros profesionales nos estaban diciendo que la imparcialidad era reinante, aunque luego en su aforo interno cada uno fuera de un equipo diferente. Con esta frase defendió a José Mourinho, del que dijo que fue la prensa quién lo echó del Real Madrid. Según Josep Pedrerol, la prensa no debería usar el poder mediático que tiene para echar un entrenador o poner a otro, pues eso es papel del presidente del club. “Twitter ayuda a los periodistas a ver la realidad, es una herramienta de crítica”. Parte importante de la charla de Pedrerol fue la dedicada a twitter. Para él, twitter ya es un medio de comunicación de masas, pero no es válido para hacer periodismo. No es válido para hacer periodismo pero sí es un buen apoyo al periodismo, ya que permite de primera mano ver opiniones de los seguidores. Esperaba con ganas esta ponencia, y la verdad es que quedé satisfecho totalmente. Gran periodista, gran persona. Que algún día pueda trabajar con alguien como Josep Pedrerol al lado sería para mí llegar lejos en mi carrera. Y fue así como acabó el segundo día del curso de Periodismo Deportivo, con Josep Pedrerol firmando autógrafos en su libro a quien lo llevó y en un folio a quien no. 
El tercer día cerraba con dos expertos en baloncesto. Mentiría si dijera que soy seguidor del deporte de altura, pues solo lo veo en olimpiadas y poco más. Pero, lo que sí puedo decir es que entre Antonio Sánchez y Antoni Daimiel me dieron ganas de empezar con este deporte. Para ellos la NBA es un estilo de vida, es un motor. Supieron ambos transmitir su pasión por este deporte de una manera increíble. Primero habló Antonio Sánchez, quién articuló la teoría sobre el papel de la NBA en los medios con anécdotas de todo tipo. Consiguió divertir a la vez que enseñar. 
Después del descanso apareció Antoni Daimiel. Su dilatada carrera lo avalaba como uno de los periodistas más esperados en el curso, y su charla no decepcionó a nadie. Antoni dejó claro que el mundo del periodismo es como casi todos en este mundo, y casi exclusivamente se puede acceder a él a través del máster que el propio medio propone o a través del enchufismo, pero nos animó a intentarlo. Sus anécdotas fueron aplaudidas sobremanera y su forma de hablar, clara y sencilla, despertó el interés de todos. Como ya he dicho, yo no soy aficionado al baloncesto y su charla me incitó a verlo. Ahí radica la importancia que tuvo esta charla para mí, pues un profesional que puede hacer que un completo ignorante sobre su materia cobre interés y ganas de aprender al respecto es un pedazo de profesional. Así acabaron tres días increíbles, con una entrega de diplomas de asistencia y con firmas de Daimiel y Sánchez. Un sonoro aplauso para cada uno de los ponentes y otro más grande para la persona que hizo todo posible: María Jesús Fernández. 
¿Qué me llevo de este curso? Ganas de seguir aprendiendo, ganas de seguir creciendo. Mi amor al deporte a aumentado, algo que veía casi imposible, y mi fe en el periodismo deportivo, que hoy por hoy está un poco de capa caída por culpa de algunos profesionales no profesionales, aumentó. El año que viene espero volver y espero poder ver y escuchar a periodistas tan importantes como los que hemos visto y escuchado este año. Julio Maldini, por ejemplo, sería una opción más que interesante para el año que viene (guiño guiño). Gracias a quienes han hecho posible este curso y gracias a los periodistas que han sacado tiempo para hablar con nosotros.

jueves, 2 de mayo de 2013

Café supracafeinado

Y es que duermes mal, poco y mal, muy mal. Tu colchón es una mierda, y eso que dicen que no hay mejor colchón que una conciencia tranquila. Quizás sea ese el problema, que tu conciencia no está tranquila. O sí. No lo sabes. No sabes qué puedes estar haciendo mal para estar así de mal, pero estar, lo que se dice estar, lo estás, estás fatal. Te levantas mil veces por las noches, te mueves en la cama, das mil vueltas. Introspección continua, buscando la causa de ese mal estar. Que si ahora a beber agua, que si ahora al baño, que si ahora me pongo a leer para despejar la mente e intentar seguir durmiendo. Nada funciona.
Y, claro, pasa lo que pasa, al día siguiente tienes unas ojeras que te llegan a los tobillos, unas ojeras que hacen que hasta te duela la cara. Tu cara parece perfecta para una película de zombies. Dando bandazos, entras en la cocina y preparas café. Medio litro en vena para aguantar el día que se te presenta.
No lo has descubierto, pero ese es el problema, la rutina. Tu rutina, tu mierda de rutina. Todos los días la misma historia, siempre igual. Levantarse, todo el día en la facultad, estudiando o trabajando, y por la noche a la cama tras evadirte viendo la TV o una serie en tu portátil. Todos los días igual, desde que empezó el curso, hasta hoy, que falta un mes para que acabe.
Y, de repente lo ves. Te das cuenta. No recuerdas si fue tomándote un café, si fue leyendo, si fue durmiendo, pero lo has descubierto. Justo ahora, justo cuando tu espalda ya no puede aguantar más, justo cuando tu cara está a punto de reventar, justo ahora que vas a acabar. Lo has tenido todo este tiempo delante de tus ojos, pero no lo has visto. Y, entonces, tomas una decisión: coges el teléfono y abre whatsapp.
Te has dado cuenta de todo lo que necesitas, que en realidad es bien poco: necesitas a alguien. Necesitas a esa persona con la que hablar todos los días, contarle todas las tonterías que te suceden, todos los pasos que das. Necesitas una persona que se alegre de oír tu voz, una persona que no te rehuya. Necesitas una cerveza fresca en un bar acompañada de una buena charla. Has estado todo un año sin tener nadie en quién confiar, en quién contar todo lo que pasa en tu día a día y sientes que todo lo que has hecho se quedará ahí, porque no lo has compartido con nadie. Necesitas cumplidos, que te hagan cumplidos. Las malas caras y los hachazos por detrás están demasiado vistos y ya cansan. A veces te gusta oír que lo que estás haciendo está genial, que vas a llegar lejos con eso. A veces te gusta oír que te queda muy bien esa camiseta, que tu nuevo corte de pelo está bestial. A veces te gusta oír que eres grande, aunque solo sea para una persona. Y lo necesitas, claro que lo necesitas, todos lo necesitamos.
La vida no se reduce a vivir, sino a disfrutar viviendo. Deja el café supracafeinado y bébete una cerveza a tu salud, o a la salud de quién te acompañe. Eso sí, no dejes de sonreír, porque te lo mereces, porque trabajas por ello.

jueves, 7 de febrero de 2013

Spain is diferent

Spain is diferent. Este lema, que generalmente se ha asociado al país, quizás no esté muy desencaminado. El problema principal es que es un lema positivista pero que en realidad oculta un oscuro transfondo de odio. El sentimiento nacional hoy día es la indignación. La indignación derivada de todo lo que está pasando con el actual gobierno. Pero, en realidad, el gobierno solo refleja lo que entre el pueblo español ocurre.
Hoy en día todo el mundo tiene una opinión. En un país que presume de ser democrático, las opiniones de cada uno de los ciudadanos deberían ser respetadas. Yo tengo mi opinión, tú tienes tu opinión, él tiene su opinión, ella tiene su opinión. Todos tenemos nuestra opinión y todas las opiniones han de ser respetadas, pero no es así. Aquí, al que opina diferente, se le persigue. Aquí, al que dice lo que piensa se le acribilla. Y no por cualquier cosa, sino por algo muy sencillo.
Si hay algo que caracteriza al español medio es un par de adjetivos: envidia y desconfianza. El español no confía y envidia, envidia a todo el mundo. Desde pequeños con el complejo de Edipo (Freud debería estar en España cuando formuló la hipótesis) hasta grandes, en los que se envidia hasta al perro por poder dormir todo el día. El español desconfía hasta de su sombra, y a la misma vez la envidia. Los españoles se odian entre sí, se envidian y desconfían entre ellos. Por eso mismo no se respetan las opiniones. Cualquier excusa es buena para atacar a alguien al que ves como un enemigo. Cualquier momento es bueno para destrozar la opinión de alguien a base de ataques y malas palabras.
En una sociedad que se cree democrática, actitudes como esta demuestran que el anterior régimen aún no se ha olvidado. Las opiniones no se respetan, las malas lenguas abundan y las espaldas ya están guardadas de espanto en cuanto a miradas que matan. Y es que, si el pueblo es así, ¿cómo quieren que sean los gobernantes?
La gente odia, la gente desconfía, la gente envidia, pero eso sí, que el gobierno sea justo y bueno. Dejadme recordaros una cosa: el gobierno, antes de serlo, fue pueblo, como vosotros. Y, al ser como vosotros, también comparte vuestros valores. Si vosotros os odiáis, en el gobierno hacen lo mismo. Si vosotros tenéis envidia hasta de vuestras mascotas, ellos no van a ser menos. España somos todos, y todos somos iguales, igual de odiosos.
Mientras los españoles sigan siendo así, el gobierno no va a cambiar su forma de ser. Eso es así. El español pide un cambio de gobierno pero no se plantea un cambio personal.
Y es por esto que, los que tenemos opiniones propias completamente diferentes, los que respetamos todas las opiniones, los que vivimos con envidia de esa que llaman sana (que no es la general, por cierto) y los que tendemos a confiar más en nuestras posibilidades que por lo general, tenemos que irnos fuera del país para vivir como queremos. Pues yo lo tengo claro: hago las maletas y no miro ni para atrás.

domingo, 27 de enero de 2013

Metamorfosis

Él era un niño. Un niño cualquiera. Bueno, no era un niño cualquiera. Tenía sueños, tenía grandes sueños, y sabía como hacerlos realidad. "Pájaros en la cabeza" decían todos. ¿Qué problema hay con soñar a lo grande? Le dijeron que esos sueños nunca se harían realidad, que soñara cosas más fáciles de conseguir. Pasó de eso, el soñaba lo que quería y sabía que tarde o temprano sus sueños se harían realidad. Porque otra cosa no, pero principios no le faltaban. Era fiel a sus ideales, y quién quisiera cambiarlos no lo conseguiría. No quería ser lo que le dijeran que fuera, él sabía quién era y quién quería ser. Por eso era como era, por eso nadie le comprendía.
Él era un niño. Tenía sus amigos, como todos los niños. Pero claro, él no era como todos los niños, y sus amigos lo sabían. Lo trataban más bien mal, se reían de su forma de ser, y todo por que no la comprendían. Pero había uno, uno que era diferente. Uno de esos amigos era especial, sabía de su valía y lo trataba genial. El mundo empezó a quedarles pequeño. Eran grandes, un solo ente. Sabían lo que pensaba el otro sin mirarlo siquiera. Sabían lo que le sentaba bien y lo que no al otro, los comentarios que le gustaban al otro y los que no. Eran inseparables, insuperables, indivisibles. Eran felices, muy felices. No necesitaba la opinión de otros amigos, con la opinión de él le bastaba. Soñaban con volar, con tocar el sol, con vivir en las nubes. Deseaban jugar eternamente, soñar eternamente, ser felices eternamente. Pero, como dicen por ahí, nunca digas nunca ni tampoco digas para siempre, porque ese nunca siempre llega y ese para siempre siempre se acaba. ¿Qué pasó?
Pasó que el niño creció, al igual que sus amigos. Pasó que sus amigos dejaron de ser unos niños para creerse unos adultos, dejaron de disfrutar por guardar las formas y empezaron a jugar a otras cosas. Pasó que su amigo se le fue distanciando. Pasó que un día se rompió la relación. Pasó que aquel día, bebiendo cerveza, porque ahora bebían cerveza, le dijo a su amigo que lo quería. Pasó que su amigo salió del bar y empezó a evitarle. Pasó que su amigo tenía la mente más cerrada de lo que pensaba. Pasó que se enteró de que su amigo pensaba que en realidad estaba enamorado de él. Que dichosa la gracia de la cultura, ya que mientras en España si alguien dice "te quiero", las connotaciones amorosas no tardan ni un segundo en salir, mientras que en Japón hay un término (Daisuki) dedicado expresamente a ese "te quiero" que se debería dedicar a las personas que aprecias sin connotaciones sexuales o amorosas. Pasó que perdió un amigo, pasó que perdió su vida, pasó que perdió las ganas de volar, perdió las alas.
El niño dejó de ser un niño a hostias. Perdió a sus amigos, empezó a conocer gente nueva, a probar cosas nuevas. Quería olvidar y quería hacerlo rápido. Eso sí, siempre conservando sus principios. Sabía cuando decir que no, pero casi nunca quería decirlo. Sabía que su futuro estaba fuera del pueblo, en una ciudad, y cuando hubo acabado el bachillerato huyó lo más rápido que pudo. Pasó que la universidad no era como creía y los palos siguieron cerniéndose sobre su cabeza. Pasó que aprovechó cada palo, cada problema, para aprender a ser mejor.
Y al final volvió al pueblo, volvió y se reencontró con sus viejos amigos. Pasó que los que lo tachaban de inmaduro, ahora se comportaban como críos. Pasó que los que le criticaban, ahora vivían haciendo lo que en los 15 no hacían por creerse demasiado mayores para eso. Pasó que los que le querían putear usaban técnicas de niños de primaria. Pasó que todo estaba en su contra, pero todo le daba igual. El niño había crecido, ahora no era un niño, era un hombre. Un hombre de verdad. Un hombre fiel a sus principios y que empezaba a ver más cerca esos sueños que una vez le dijeron que jamás alcancaría.