lunes, 23 de septiembre de 2013

4 años y una vida

Esta no es una historia cualquiera. O sí, no lo sé. Una historia sobre un chaval, un chaval diferente, con ideas diferentes. Nuestra historia comienza cuando el chaval se encuentra en primaria. El profesor pregunta la típica pregunta a la clase sobre qué quiere ser cada uno cuando sea mayor. Futbolista. Modelo. Princesa. Astronauta. Cantante. Todos igual, excepto él. El no quería ser futbolista, el quería algo más simple: ir a la universidad. Aspiras bajo, parecía decir el profesor con su cara, pero para nada. Él quería saber, saber más, nunca dejar de conocer y aprender. Su sueño era ir a la universidad, solo eso. Pasaron los años y nuestro protagonista siguió creciendo, y creció hasta llegar a los 17 años y a 2º de Bachillerato (de ciencias tecnológicas). El chaval está a punto de entrar en la universidad, pero no sabe qué va a estudiar. Cuando por fin se decide, nadie quiere lo que él quiere. Él quiere estudiar Publicidad, comunicación. Sus profesores se llevan las manos a la cabeza: "¡Ha hecho el bachillerato tecnológico, ¿dónde va con una carrera de letras?!" Hizo oídos sordos. Nuestra historia de verdad empieza aquí, ahora. Lo de antes ha sido un prólogo. Ahora nuestro protagonista está pisando por primera vez la facultad. Busca su horario y entra en la clase. Lo primero que ve es a un profesor de unos 50 contando un curriculum de mil páginas con veinte mil cosas, que es lo que él había hecho antes de llegar a esa clase, a dar clase a esos alumnos. Miedo generalizado. ¿Dónde vas, payaso? "Voy a ser mejor que tú, subnormal" pensó nuestro protagonista. Los primeros días fueron difíciles, debido a la timidez que regía la personalidad de nuestro protagonista. Poco a poco fue conociendo a sus compañeros, fue hablando con ellos. Salió de fiesta, hizo trabajos y vivió un buen año. El segundo año de facultad fue más sencillo. Vivía junto a la playa y ya tenía un círculo de amigos más o menos establecido. Las asignaturas no eran más fáciles, pero ya sabía qué hacer para pasarlas. Aprendió aspectos básicos de la publicidad y las Relaciones Públicas y conoció la noche de la ciudad malagueña. Conoció las rencillas de la convivencia y salió escaldado y buscando piso para su tercer año. Su tercer año fue fatigoso. Se notó la diferencia de nivel. Los trabajos ya eran más especializados y sus calificaciones empezaron a regirse por el gusto de los profesores en gran medida. Esta es una carrera muy subjetiva, y eso hay que saberlo desde el primer momento. Trabaja, sale poco, pero afianza grandes relaciones. 4 en concreto. Echa una beca para estudiar fuera, pero el profesor que se supone que debía coordinarle pasó de él como de comer mierda. Funcionarios, qué os voy a decir que no sepáis. A buscar piso de nuevo. En cuarto encontró un bonito piso al lado de la facultad con dos personas de su pueblo y una de sus mejores amigas en la facultad. Problemas desde el principio, un horario partido y sin fin, pero una convivencia envidiable. Llegar a casa y tener amigos es algo importante. Por eso pudo seguir todo el año al ritmo que llevaba. Madrugar, llegar a casa, comer y volver a clase. Y así día sí y día también. Tenía que acabar ese año, tenía que terminar su carrera y dar pie a una nueva historia, a una nueva etapa. Un año difícil, muy difícil. Sus 4 mejores amigos de la facultad no estaban, no. Ni estaban ni se les esperaba. Tras mucho luchar llegó a junio y terminó el curso con asignatura pendiente para septiembre. Una graduación estupenda, una fiesta increíble, pero faltando gente. Seguía faltando gente allí. 2 o 3 personas, personas que habrían hecho de una noche increíble algo para nunca olvidar. Pero la vida tiene esas cosas, que nunca todo puede salir como uno quiere. Eso ya lo sabía nuestro protagonista. Llegó septiembre y acabó su examen. Ahora mismo está esperando los resultados, pero augura uno bueno. Por eso ese chaval hoy ha decidido escribir esta entrada en su blog. Hoy el sueño de nuestro protagonista no está a punto de cumplirse, está a punto de acabarse. En 4 años ha vivido experiencias de todo tipo, ha conocido personas de todo tipo, ha aprendido, ha desaprendido. En 4 años ha crecido, se ha convertido en un hombre. 4 años y una vida, 4 años y una historia, por que la vida sigue, y ahora empieza una nueva historia. ¿Qué deparará a nuestro protagonista la segunda parte de su historia? Nadie lo sabe, pero esperemos que sea tan intensa como esta.