viernes, 11 de octubre de 2013

Un final alternativo

Esta mañana han encontrado el cuerpo sin vida de María de Villota en un hotel de Sevilla. Para quienes no lo sepan, María fue conductora de automovilismo. El 3 de julio de 2012 sufrió un grave accidente mientras realizaba unas pruebas de aerodinámica para su equipo. Su vida corrió grave peligro pero, gracias a la intervención de urgencia y varias operaciones, pasó de estar muy grave a estar grave. Perdió un ojo y con ello la capacidad de conducir en altas competiciones.
Esta mañana, tras conocerse la noticia, sus familiares colgaron en facebook el siguiente mensaje:
 "Queridos amigos: María se nos ha ido. Tenía que ir al cielo como todos los ángeles. Doy gracias a Dios por el año y medio de más que la dejó entre nosotros. Fdo. Familia Villota"
Pero ahí no queda la cosa. El último mensaje que dejó María en su twitter personal fue: 
"Con mi amigo Manuel, ya os hablé de él en YoDona. Un gusto volver a verte y charlar" (y una foto con el susodicho Manuel)
Si buscamos, encontramos la historia con el propio Manuel, en YoDona, bajo el título: "un paseo por Sevilla con Manuel". En el artículo encontramos extractos como este:

"Me transmitió cercanía, se parecía a mi abuelo, Juan Antonio, que ya no está con nosotros. Me dijo: «Pues yo voy para allá, si no le importa, señorita, puedo acompañarla. Me llamo Manuel Carlos»."
"Manuel parecía sacado de una novela por su planta y su forma de hablar, rotunda y poética. Tremendamente culto y enamorado de Sevilla, me contaba su historia a la vez que nos acercábamos a una capilla."
"Allí nos separamos mientras él rezaba a la Virgen de los Reyes. Al terminar se acercó a mí y me invitó a tomar un café en el Hotel Alfonso XIII."
"Desde aquel día, Manuel y yo nos hicimos amigos. Vino a verme a alguna carrera."
"Se enteró de mi accidente por la prensa y rezó a esa misma virgen a la que rezó el día que nos conocimos. Acabo de hablar con él. Está en el Hospital de la Santa Caridad, en Sevilla, donde vive en acogida. Volveremos a dar aquel paseo en octubre, cuando iré a verle. Seguro que entonces no se siente tan solo."
Tremendo. Quizás la vida de María estaba destinada a acabar mucho antes, pero el destino quiso que ese paseo con Manuel se realizara. ¿Quién lo necesitaba más: él o ella? No lo sé, pero quizás esta historia de ilusión a lo bello y maravilloso de la vida. Ayer María cumplió su promesa de visitar a Manuel, y cuando acabó, su vida se fue. Quizás fue el final que ella quiso para su vida. Quizás la vida le dio una prórroga para poder hablar con Manuel, nadie lo sabe. Pero, lo que sí sé con seguridad, es que María se fue con una sonrisa, y Manuel llora desconsolado la pérdida de una amiga, pero a la vez sabe que esté donde esté, estará bien. Manuel se despidió de su amiga, y ella de él. A veces, la muerte puede ser poéticamente perfecta. Allí dónde estés, María, gracias de parte de todas las personas que te admiraron en vida, de todas las que te van a admirar a partir de ahora y de parte de todas las que luchan por sus sueños. DEP

martes, 8 de octubre de 2013

Last Words

La gente muere. Todos lo vamos a hacer, tarde o temprano. Quizás eso es lo maravillosamente siniestro de la vida, que tiene un fin. El problema es que nadie nos prepara para la muerte, exceptuando las enfermedades terminales en las que más o menos te predicen el momento de la exhalación del último aliento. Pero, si nos dieran a elegir, ¿elegiríamos saber cuándo vamos a morir o no? Quizás sí, y quizás no. Nadie lo sabe.
Aquí se nos viene otro problema. Muere un ser querido y nos quebramos la cabeza con lo último que dijimos. Las últimas palabras. "Ojalá le hubiera dicho todo lo que le quería". Pues sí, podrías haberlo hecho, y tiempo tuviste, la verdad. Pero, como todo, las palabras se las lleva el viento. Menos hablar y más demostrar. Menos decir "te quiero" y más querer de verdad. Así se llega a los corazones de las personas, así se consigue que, el día que se vayan, recuerden quienes somos.
Alguien no muere mientras quede en el recuerdo de las personas. Hay personas que se fueron de aquí hace mucho, pero que siguen presentes. Quizás ese sea el mejor consuelo. "Mira, te acuerdas cuando..." "Mi abuelo siempre me decía..." Así es como alguien vive, aunque haya muerto. Pero para que esa persona viva sin vivir, antes ha debido de amar sin decir "te quiero". Es difícil, pero no imposible. Quizás podamos poner un poco más de nuestra parte para que el día que expiremos quedemos en el recuerdo de aquellos a quienes hemos querido, para seguir vivos sin seguir viviendo, para que no tengamos que decir "te quiero" para que sepan que los queremos.
Dicen que allá a donde vamos cuando morimos no nos llevamos nada de este mundo, nada material. Dicen que en el "cielo" (me declaro agnóstico en este tema) lo que tenemos es lo que nos llevamos de aquí: nuestros recuerdos, nuestros sentimientos, nuestros conocimientos. Quizás por eso puede que en ese más allá del que todo el mundo habla ya estemos en la mente de alguien, puede que allí ya nos conozcan y hablen maravillas de nosotros. Puede que cuando lleguemos ya haya alguien esperándonos.
Quizás, solo quizás, esa persona que se ha ido, a la que quieres mucho (aunque no le hayas dicho mucho "te quiero") esté en el más allá hablando bien de ti, contando a sus nuevos conocidos el pedazo de nieto, amigo, familiar que tiene aquí, y seguramente esa persona esté aquí, a la vez, en tu mente, en tus recuerdos, en tus conversaciones. Esa persona está viva en ti, y eso ya es más que suficiente.