miércoles, 28 de julio de 2010

21 de mayo



Recuerdo aquel día como si fuese ayer. 21 de mayo de 2007. Era sábado. Yo, como siempre, no tenía planes. En 4º de la ESO, los jóvenes ya salen por la noche con sus amigos, se divierten, se encuentran ya en el paso a la edad adulta. Pues no era mi caso. No tenía amigos. Hacía todo lo posible para buscarlos: intentaba integrarme con la gente de mi clase (fallido), me apunté al club de natación para integrarme (fallido hasta la fecha) e iba a confirmación, más que todo para ver si después me podía acoplar a alguien (hasta la fecha fallido).
Ese día, me había levantado tarde, había estudiado, y ya estaba preparado para ir otra vez a confirmación. Sorpresa! Hoy, la catequesis de confirmación no era donde siempre, sino en la iglesia de las monjas de clausura (más lejos, y más cuestas para arriba). Joder! No pasaba nada. Llegué, y me senté con mi hermana y sus amigas. Empezó aquello, y se acabó. Salí y eran ya las 9 de la noche. Iba cuesta abajo cuando me llamaban desde atrás. Era un chaval muy pesado que vivía al lado de mi casa, que nadaba conmigo y que iba a confirmación también (pero en otro grupo). Me preguntó si iba a salir por ahí. Yo negué con la cabeza, pero intenté no darle explicaciones, intenté no decirle que no tenía con quien irme. Me propuso que me fuera con él y sus colegas, que eran la gente de natación. La cosa es que con la gente de natación yo no tenía muy buena relación, así que decidí negarme. Insistió, y volví a negar. Cuando llegamos al lugar donde había quedado él con sus amigos, yo me paré, porque me pillaba de camino a casa. La verdad es que al verlos allí me dieron ganas de salir con ellos, probar, intentarlo. Decidí irme con ellos. El problema es que yo ni estaba bien vestido ni tenía pasta. Así que salí para mi casa, cogí pasta, me arreglé y decidí salir.
De lo que después ocurrió no tengo mucha idea, ya que me tiré toda la noche pensando en cómo ese chaval vecino mío, sin tener apenas relación conmigo, me había dado una noche para enmarcar. Decidí añadirlo a ese grupo de personas selectas que yo tengo, ese grupo en que si entras, muy difícil tienes salir, ese grupo en el que siempre pienso, ese grupo tan pequeño. El sábado siguiente se pasó por mi casa para volver a invitarme, pero eso ya es otra historia.
Siempre, y digo SIEMPRE, voy a estar agradecido a esa persona, a ese cabezón, a ese vecino pesado, a ese gilipollas de la piscina, que con solo dos palabras me hizo la persona más feliz del mundo. Por eso es tan importante para mí. Hay gente que no entiende por qué lo quiero tanto, pero aquí está la razón. Me dio algo que llevaba toda la vida buscando, y que nunca había encontrado: amigos. Por eso, aunque me pelee muy a menudo con él, y a veces nuestras peleas son estratosféricas, siempre voy a intentar arreglarlo, siempre voy a quererlo, siempre va a ser él, mi AMIGO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario