domingo, 21 de julio de 2013

Atados


Estabas destinado a leer esta entrada, igual que estabas destinado a tomarte el café que te estás tomando, igual que estabas destinado a conocer a aquella chica ayer. Estamos predestinados. Actualmente la urbe no cree en el destino, sino en las casualidades. Pero, hay quienes siguen creyendo en las antiguas leyendas asiáticas sobre la predestinación. Son varias, pero casi todas hablan del hilo rojo del destino. «Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper». Las historias sobre el hilo rojo son muchísimas, pero la más popular, sin duda, es esta:
Hace mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa con la capacidad de ver el hilo rojo del destino y la mandó traer a su presencia. Cuando la tuvo delante, le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa. La bruja aceptó y comenzó a seguir el hilo. Llegó a un mercado, donde una pobre campesina con una bebé en los brazos ofrecía sus productos. Al llegar donde estaba la campesina, la señaló con el dedo diciendo: aquí termina tu hilo. El emperador enfureció creyendo que la bruja se estaba riendo de él y mandó que le cortaran la cabeza. A la campesina la empujó, y su pequeña bebé cayó al suelo y se hiciera una gran herida en la frente. Años después, el emperador vio que ya era el momento de casarse y su corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. El día de la boda, al levantar el bello velo que cubría el rostro de la joven, el rey descubrió que el bello rostro de la que iba a ser su esposa tenía una cicatriz muy peculiar en la frente.
En resumen, las historias estas te las crees o no. Yo me las creo, lo prefiero. Dicen que todo el mundo cree en algo, tienen algo a lo que agarrarse. Prefiero creer en que estoy predestinado que creer en deidades con ánimo de lucro, la verdad. Prefiero pensar que si hoy salgo a la calle y me encuentro una billete de 5€ con un número de teléfono es porque ese billete debía llegar hasta mí. Me gusta pensar que las personas que conozco son las personas que debo conocer y las personas que me conocen están destinadas a conocerme. Me gusta creer que ahí fuera hay una persona que ahora mismo está buscándome.
Quizás sí, quizás no, quizás esa persona ahora mismo esté leyendo esta entrada, quizás seas tú la persona que está al otro lado del hilo rojo que tengo atado a mi meñique, o quizás no. Quizás, solo quizás, algún día nos conozcamos en persona, y ese día, sabrás que el hilo rojo del destino nos ha unido, nos tenía unidos.

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