martes, 8 de octubre de 2013

Last Words

La gente muere. Todos lo vamos a hacer, tarde o temprano. Quizás eso es lo maravillosamente siniestro de la vida, que tiene un fin. El problema es que nadie nos prepara para la muerte, exceptuando las enfermedades terminales en las que más o menos te predicen el momento de la exhalación del último aliento. Pero, si nos dieran a elegir, ¿elegiríamos saber cuándo vamos a morir o no? Quizás sí, y quizás no. Nadie lo sabe.
Aquí se nos viene otro problema. Muere un ser querido y nos quebramos la cabeza con lo último que dijimos. Las últimas palabras. "Ojalá le hubiera dicho todo lo que le quería". Pues sí, podrías haberlo hecho, y tiempo tuviste, la verdad. Pero, como todo, las palabras se las lleva el viento. Menos hablar y más demostrar. Menos decir "te quiero" y más querer de verdad. Así se llega a los corazones de las personas, así se consigue que, el día que se vayan, recuerden quienes somos.
Alguien no muere mientras quede en el recuerdo de las personas. Hay personas que se fueron de aquí hace mucho, pero que siguen presentes. Quizás ese sea el mejor consuelo. "Mira, te acuerdas cuando..." "Mi abuelo siempre me decía..." Así es como alguien vive, aunque haya muerto. Pero para que esa persona viva sin vivir, antes ha debido de amar sin decir "te quiero". Es difícil, pero no imposible. Quizás podamos poner un poco más de nuestra parte para que el día que expiremos quedemos en el recuerdo de aquellos a quienes hemos querido, para seguir vivos sin seguir viviendo, para que no tengamos que decir "te quiero" para que sepan que los queremos.
Dicen que allá a donde vamos cuando morimos no nos llevamos nada de este mundo, nada material. Dicen que en el "cielo" (me declaro agnóstico en este tema) lo que tenemos es lo que nos llevamos de aquí: nuestros recuerdos, nuestros sentimientos, nuestros conocimientos. Quizás por eso puede que en ese más allá del que todo el mundo habla ya estemos en la mente de alguien, puede que allí ya nos conozcan y hablen maravillas de nosotros. Puede que cuando lleguemos ya haya alguien esperándonos.
Quizás, solo quizás, esa persona que se ha ido, a la que quieres mucho (aunque no le hayas dicho mucho "te quiero") esté en el más allá hablando bien de ti, contando a sus nuevos conocidos el pedazo de nieto, amigo, familiar que tiene aquí, y seguramente esa persona esté aquí, a la vez, en tu mente, en tus recuerdos, en tus conversaciones. Esa persona está viva en ti, y eso ya es más que suficiente.

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