Aquí la gente físicamente no es vista. El físico no está apenas valorado. Lo valioso es como eres por dentro. Ahí está la cuestión de qué queremos cambiar. Porque a muy pocas personas les gusta su nariz, pero no hay muchas a las que no les guste el grado de inteligencia que tienen. Esa capacidad para ver qué queremos remodelar en nuestro cuerpo interior es la que nos hace distintos. Yo, si pudiera, cambiaría muchas cosas:
- Mi asociabilidad. La facilidad para relacionarse con los demás es algo muy importante, y en mi caso es una facultad bastante limitada.
- Mi cabezonería. No me gusta tener que ser siempre el que lleva razón, es algo que mi mente hace independientemente de mis intereses.
- Mi primera impresión. La primera impresión es algo que siempre se tiene presente. Para mí tiene vital importancia. La primera impresión que me causes es la que voy a tener durante bastante tiempo. Además, la primera impresión que le doy a las personas no suele ser la que yo quiero.
- Mi afán por la perfección. Cual cisne blanco, mi fin último es que todo sea perfecto. Quiero volar sin preocupación, como el cisne negro, ser libre de pensamiento, dejar a la conciencia a un lado.
Pero volviendo al mundo de quienes queremos ser, todavía nadie se ha hecho esta pregunta: ¿De verdad existe ese mundo? Claro que no, es algo imaginario, aunque si hay algo que se le parece un poquito: INTERNET. Hoy día, en la red puedes ser quien quieras ser. Puedes ser como Cristiano Ronaldo, o como Amaia Salamanca. En Internet no existe esa timidez a mostrarnos como somos en realidad, sino una cobardía aún peor, que nos hace crear un ser paralelo, distinto, tal y como queremos ser. Pero hay que tener cuidado, pues ese mundo no es permanente, sino temporal. Una vez salgamos de él, volveremos a ser los que eramos. Seres imperfectos.
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