jueves, 9 de junio de 2011

Agobio, nivel: máximo


Nunca deseo mi misma suerte a nadie. Alejado de mi familia, de mis amigos, me encuentro recluido durante una semana en un piso de Málaga. Y, aunque este es ya el cuarto día, no veo el momento de irme de aquí, para no volver nunca, a ser posible. Estas cuatro paredes cada vez parecen más pequeñas. Llevo sin pisar la calle desde el martes por la mañana. Solo salgo de este dormitorio para comer, cenar, y hacer mis necesidades. La única relación verbal que mantengo con la gente se produce cuando hablo con mi madre por teléfono, quizás 3 o 5 minutos. No más. Aparte, solo abro la boca para comer. ¿De verdad es necesario esto para sacarse una carrera?
Agobio, soledad, ganas de romper con todo y pasar del mundo. La calle está llena de fotos que he roto de mi tablon, para obligarme así a renovarlo. El Spotify se me ha quedado sin minutos.
Cuando estoy estresado, se me cae el pelo. Si cogieramos todo el pelo que hay en mi escritorio podríamos hacer una peluca de tamaño XXL. Mi alimentación se basa en tuppers y caramelos de miel y limón. Mi cama está llena de cosas: mis cascos, el movil, la cartera, las llaves...
Aquí solo falta una cosa: una camisa de fuerza. Creo que voy a morir como esas personas que son enterradas vivas sin querer. Esto es una pesadilla. Un ente no hace más que putearme como puede. Si decido ir a dar una vuelta, me arrepiento al minuto. No tengo a donde ir. No tengo con quien ir. A veces es bueno mantener cierto contacto social. No puedo estudiar, lo único que tengo para saber algo sobre el exterior es el ordenador y no puedo separarme de él. En cualquier momento me deja tirado.
Estoy escribiendo de forma ilógica, aleatoria... Tengo miedo, miedo a no salir de aqui con vida. El sabado creo que seré libre, hasta ese momento, mi vida no tendrá ningun valor. Y lo peor de todo, es que seguramente suspenderé el examen del sabado, y no será porque yo quiera.

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