lunes, 25 de abril de 2011

Balance post-Semana Santa





Acabó la Semana Santa. Peculiar. Aunque no me denomino una persona muy religiosa, la Semana Santa es una celebración que me encanta. Y me encanta ver las procesiones, el ambiente en las calles de Baena, los sentimientos que se destilan. Un momento muy emotivo fue ver a los hermanos de la Magdalena el Viernes Santo por la mañana llorando ante la imposibilidad de sacar la imagen de este personaje biblico. Las nuevas juventudes piensan que la Semana Santa es una semana para pasarselo bien, beber de todo y amanecer en las discotecas. Hay algo más.
Personalmente, este año, ha sido una celebración bastante gris. Eclipsada por el partido de copa entre el Real Madrid y el FC Barcelona, el miercoles por la noche la procesión se vió muy extremadamente pobre. Pauperrima. Las imágenes paseaban practicamente solas por el pueblo, acompañadas, eso sí, de sus hermanos. El jueves empezó la fiesta del agua, con lluvias continuadas que impidieron la aparición de las imagenes bíblicas del pueblo. Esta lluvia se prolongó hasta el sábado por la noche, por lo que ni el viernes por la mañana ni por la noche pudo salir la procesión. Tristeza para algunos, indiferencia para otros. El domingo, al fín, pudimos ver al Cristo de la Resurrección, pero todo había acabado y muchos nos quedamos con un mal sabor de boca.
Paralelamente, en cuanto a relaciones humanas, esta Semana Santa, como todas, me ha sido bastante fructífera. Todos los años, casi sin planearlo, aumenta la amistad que tengo con alguien, simplemente por el tiempo que paso con esa persona. Dos noches, solo eso, han bastado para ver que cierta persona es mucho mas que un jugador de futbol adicto al Elixir Ron Almirante. Es una persona que sabe escuchar, que siente, y, que aunque no le guste la Semana Santa, merece mi aprecio. Con otros se pierde apego, pero es algo normal. Lo importante no es lo que se pierde, sino lo que se crea y lo que se conserva. Y este es otro punto. Dos conversaciones pequeñas, en relación con las anteriores, con esa persona con la que necesitaba tenerlas. Esas conversaciones, que aunque hayan sido muy cortas, han sido muy importantes. Con sus típicas fanfarronadas, como siempre, pero importantes y necesarias para mí. Y me quedo con mal sabor de boca porque podrían haberse alargado, pero gracias al tiempo no ha podido ser. Ahora añoro esos momentos, pero es algo que siempre me ocurre. Espero que en dos meses, en verano, puedan llevarse a cabo más de esas. Pocas fotos, pocos recuerdos gráficos, pero no eso ya no es importante, sobre todo porque a esa persona no le importa. Una mala tarde auguraba una mala Semana Santa, y no se equivocaba, por lo menos, en la mayor parte de ella. Un saludo!! =D

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