miércoles, 13 de agosto de 2014

Dos gotas

Como dos gotas de agua. Que expresión más tonta. No hay dos gotas de agua iguales. Todas son diferentes. Igual que no hay dos personas iguales. Pero, mientras todo el mundo habla de personas y gotas de agua, yo prefiero hablar de huellas. 
No hay dos huellas iguales. Puede que dos huellas encajen, pero nunca serán iguales. Hay huellas más grandes y huellas más pequeñas. Hay huellas más fuertes y huellas más sutiles. Hay huellas más gruesas y huellas más finas. Hay huellas que el viento se lleva con facilidad, y huellas que son casi imposibles de quitar. Huellas al fin y al cabo. 
Cada uno de nosotros somos una huella. Todos dejamos una huella allá a donde vamos. Nuestro corazón es una playa en la que cada persona que pasa deja una huella. Ahí podemos encontrar todos los tipos de huellas de las que he encontrado antes, y aunque hay huellas que se pueden borrar, siempre queda una señal de que algún día estuvo allí. Pese a que hay huellas que sustituyen otras, siempre habrá vestigios de la huella anterior debajo de la nueva. 
Y es que, como dijo Maya Angelou en 1995: "he aprendido que las personas se olvidan de lo que dices, también se olvidan de lo que haces, pero nunca se olvidan de cómo las haces sentir". Toda persona que pasa por nuestra vida deja una huella, pero no por lo que dicen o hacen con nosotros, sino por cómo nos hacen sentir. Hay personas que llegan a tu vida, dejan una huella bonita y con el paso del tiempo ésta se convierte en la más fea huella en la playa de tu corazón. 
Hay personas, que, cuando entras en su playa, parece vacía de huellas, pero en realidad lo que hay son vestigios de huellas pasadas, huellas que se borraron o se intentaron borrar. 
Quizás el proposito de todo el mundo debería ser el de dejar huellas bonitas allá por donde va, para que nadie intente borrarlas, para que sean permanentes. Huellas en asfalto. 

martes, 27 de mayo de 2014

Poesía

«¿Qué es poesía?» se había preguntado toda la vida. Y la verdad es que la buscó con intensidad. Primero la buscó en libros de poetas de siempre, luego en los de poetas contemporáneos. No se sació en ningún momento. Su diccionario le dijo que la poesía era "idealidad, lirismo, cualidad que suscita sentimiento hondo de belleza, manifiesta o no por medio del mensaje". Su búsqueda se alejó de los libros y se fue a la naturaleza. Encontró paisajes bellísimos, lugares que jamás sabría describir. Sabía que su búsqueda estaba cerca de acabar. 
Un día, explorando, llegó a una cala de una playa a una hora en coche de su casa. Allí encontró la poesía. Allí la encontró a ella. Se fundía en el paisaje como si fueran un solo ente. Su belleza eclipsaba todo. Su pelo caía por sus hombros como la noche cae en la sabana africana. Sus ojos tenían el verde de las esmeraldas más codiciadas. Sus labios eran más apetitosos que una cerveza fría en una tarde de verano sevillano. Ni una fotografía de gran calidad, ni la mejor pintura podría describir aquello. Se descubrió ojiplático ante la sinuosa belleza que se desplegaba ante sí. Allí supo qué era poesía, y descubrió que jamás volvería a encontrar la poesía en su vida. Regresó a casa feliz, pues sabía que su búsqueda había finalizado. 
Años después su vida había tomado un rumbo completamente diferente. Seguía buscando la belleza, pero ahora lo hacía de un modo totalmente diferente: buscaba localizaciones para la grabación de audiovisuales (a veces spots, a veces películas, a veces videoclips musicales). Se sentía henchido de plenitud sabiendo que su vida giraba en torno a la búsqueda de paisajes que emocionen. Y lo que más le gustaba era que sabía que a través de una pantalla no sería ni la mitad la sensación de belleza. Aunque era lo que más le gustaba, siempre tenía la sensación de que aquello podría mejorar. Su trabajo no era para nada monótono, pues siempre viajaba, siempre a la busca y captura de los parajes más bellos del planeta. 
Se encontró un día con que tenía que buscar el atardecer perfecto en una playa, aunque ya sabía a dónde tenía que ir. Sin quererlo, sin imaginarlo, su sirena estaba allí. Su pelo de ébano relucía ante los últimos rayos del sol de julio, sus ojos brillaban con luz propia. Aquella vez no tuvo excusa. Estaba allí, en el mejor lugar del mundo, en el lugar que denominó "la casa de la poesía", y se sentía con fuerzas para todo. Nervioso, se acercó a aquella poesía humana que tantos años había ocupado sus sueños y con un susurro le dijo: 
- Llevo tanto tiempo soñándote que parece que fue ayer el día que me enamoré de ti.
Ella, ante la revelación de aquél a quien parecía ver por primera vez, calló y se sonrojó, por lo que él prosiguió. 
- Tú no lo sabes, pero me he tirado toda la vida buscando la belleza allí por donde he ido, y jamás he conseguido encontrar algo como aquello que encontré años atrás, cuando estuve en esta playa, subido a aquella colina, admirando tu belleza por primera y última vez. Hasta hoy. 

Con el paso del tiempo, su trabajo dejó de ser emocionante, pues sabía que la belleza, la poesía, le esperaba en casa, y su misión principal era volver cuanto antes para estar con ella. Aquella visión que pensó divina la primera vez que se le presentó se había convertido en la llave de su vida, en la clave. Ella era el motor. Ella era la poesía.
Jamás se supo si de verdad era tan bella como la describía cada vez que hablaba con alguien, pero su forma de hablar de ella revelaba que sí, que ella para él era poesía. Por que poesía es para persona algo diferente: a veces una persona, a veces un lugar, y, otras veces, un buen libro en la ventana de tu casa de siempre. Quizás la poesía no esté ahí fuera, sino que esté aquí, dentro de nosotros mismos. Yo soy poesía, tú eres poesía. Todos somos poesía, siempre y cuando queramos serlo. Siempre y donde queramos serlo. 

lunes, 12 de mayo de 2014

La mona

Ella era una mona. Lo sabía, todos se lo decían. Desde chica le había gustado esconderse en sitios altos, y no había nada en el mundo como refugiarse en su litera, donde podía viajar a través de las páginas de sus libros favoritos. Siempre se refugiaba allí cuando mamá le gritaba, cuando sus padres peleaban entre sí. Hasta aquél fatídico día, claro. Su padre se pasó de violento y su madre hizo las maletas para no volver jamás. La dejó allí, desangelada entre sus dos hermanos y su padre. Y encima era la mayor, por lo que a partir de ese momento empezó a ser la diana perfecta a las broncas que su padre echaba por cualquier cosa con el simple motivo de desahogar su ira. Con el tiempo se hizo fuerte; no tenía otra opción, en realidad.
Siempre se rodeó de hombres, en el colegio no tenía amigas, solo amigos. En casa tenía que reñir con sus hermanos a la vez que hacía el papel de madre. Las demás niñas del colegio la veían como una marimacho, y el apodo de mona se expandió como un virus. La llamaban así por que decían que no era una niña, ni un niño. Su aspecto no dejaban lugar a dudas: siempre vestida como un niño, siempre sin peinar. ¿Cómo iba a arreglarse, si no tenía tiempo ni nadie que le ayudara?
La vida de la mona siguió y cada día era más fuerte, más masculina, menos niña. Hasta aquél día, aquél 21 de mayo. Una chica que había entrado nueva en su clase aquel año la invitó a su cumpleaños. No sabía por qué, pero la mona se sentía feliz. No es que fuera una fiesta espectacular, pero se sintió especial. Aquél día empezó una nueva etapa en la vida de la mona. Su nueva amiga le ayudó a mejorar su aspecto, le ayudó a parecer más simpática entre las demás, le ayudó a aprender a relacionarse. Su amistad creció, creció y creció, como un globo de agua. El problema de los globos de agua es que cuando se inflan demasiado acaban por romperse. La amistad de la mona con su nueva amiga se rompió, pero ella había aprendido mucho de aquello.
En esta nueva etapa de su vida descubrió que había cultivado una dependencia a su antigua amiga demasiado grande. Y aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Volvió a relacionarse con los hombres de su entorno, pero sin hacer de mujer, solo de mona. Mona se volvió a su litera, siempre pensando en qué pasó para que su amistad se desquebrajara de aquella manera. Intentó de mil formas retomar su relación con su antigua amiga, siempre sin resultado. Era casi una obsesión. La gente de su entorno empezó a rumorear que estaba enamorada de su amiga. Ella sabía que eso no era así, pero que no había manera de explicarlo.
Con los años aparecieron dos nuevas amigas, por separado. Con la primera le pasó lo mismo que con su antigua amiga, y con la segunda igual. Pero descubrió algo. Mientras estaba con una de sus amigas, no recordaba para nada a su antigua amiga. El problema era cuando estaba sola.
Cuando conoció a su cuarta amiga, decidió que la cosa iba a cambiar. Decidió ir con calma, decidió ser menos dependiente, decidió ceder. La mona no se vistió más de seda, ella era la mona, y se iba a quedar como era, la aceptara quien la aceptara. Con su cuarta amiga la relación fue completamente diferente. Siempre la trató como a una igual, siempre la trató como una hermana.
Fue una noche de verano cuando descubrió todo. Había crecido sin madre y rodeada de hombres, y ese era el problema. No es que estuviera obsesionada con su antigua amiga como solían recordarle las personas de su entorno, es que necesitaba de un referente femenino en su vida. Su madre la había abandonado, no tenía hermanas, todo a su alrededor eran hombres. Necesitaba de aquello, de una mujer que le aconsejara, que le ayudara, que hablara con ella de sus sueños. Un día contó a su cuarta amiga todo lo que había descubierto, por así decirlo.
- ¿Cómo es eso, lo de tener hermanas?- Le preguntó, puesto que su amiga tenía una hermana más pequeña, con la que hacía todo.
- No sé, siempre he tenido a mi hermana.
- A veces me gustaría haber tenido una hermana. Cotilleos por las noches, pintarnos las uñas la una a la otra, guardar secretos, soñar juntas, celebrar los éxitos de la otra... Mis hermanos solo se ríen entre ellos y comparten sus secretos con mi padre. A veces me siento muy fuera de lugar en casa.
- Yo con mi hermana me peleo mucho, Mona. A veces no es tan bonito como crees.
- Lo imagino, pero al menos sabes que tienes alguien con quien pelear. Ojalá tuviera una hermana.
- Ya la tienes, Mona.
Con el tiempo, Mona y su amiga se distanciaron, pero la vida de la pequeña niña había cambiado para siempre. Era Mona, vestida de seda o no, con amigas o sin ellas, con madre o sin ella. Y siempre que lo necesitaba, sabía que llamando a un número de teléfono, su cuarta amiga estaría esperando a que le contara qué pasaba, qué sentía, esperando a que llorara con ella, que riera con ella.

miércoles, 5 de marzo de 2014

¿Y qué más da en qué creamos?

Miércoles, 05 de marzo de 2014. Hoy es Miércoles de Ceniza, lo que implica el inicio de ese periodo que precede a la Semana Santa y que se denomina Cuaresma. Espero que hasta ahora nadie se haya perdido.
Este día, sobre todo desde que las redes sociales están en auge (estoy hablando de twitter), siempre se genera el mismo debate derivado de afirmaciones como esta: "no entiendo cómo hay gente que no sabe lo que es una iglesia y de repente ahora son los más devotos y cristianos con la Semana Santa". ¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra?
Es verdad, la Semana Santa es una celebración de origen religioso, pero esto depende del punto del vista de cada cual. Hablando desde mi caso personal, y declarándome ateo o pro-Darwin (lo que prefiráis), yo adoro la Semana Santa. Y no, no piso la iglesia más que para sacar al santo que llevo al hombro el Miércoles Santo por la noche. ¿Incongruente? No lo veo así. Os explico.
La Semana Santa es una tradición religiosa. Eso está claro, pero yo prefiero quitar la palabra religiosa en mi definición de Semana Santa, con lo que quedaría: la Semana Santa es una tradición. Y es así, y más en Baena. Ya dejando de lado mis creencias religiosas, hay que tener en cuenta que desde que nacemos en Baena nuestros padres (cada vez menos lo hacen) nos inculcan la importancia de la Semana Santa del pueblo, que a la vez es el principal reclamo turístico de la localidad. Crecemos viendo año tras año las procesiones que caracterizan esta celebración, y, aunque nuestras creencias varíen, las tradiciones permanecen.
Pese a creer más o menos, en Baena hay una sensación especial cada vez que se acerca la Semana Santa en casi todos los vecinos. Y es que hemos visto evolucionar la Semana Santa de este pueblo, al igual que ella nos ha visto crecer a nosotros. Hemos crecido viendo Santos y Vírgenes desfilar por la Calle Llana, y hemos vivido grandes acontecimientos en nuestras vidas en Semana Santa. Hay quien salió con sus amigos por primera vez en Semana Santa, quien conoció el amor en Semana Santa, quien besó por primera vez en Semana Santa.
Hay para quienes la Semana Santa es una persona. El recuerdo de una persona, el estar con una persona. Hay quienes vuelven solo para Semana Santa, y hay quienes vivieron tan intensamente la Semana Santa que su espíritu revive cada vez que se abren las puertas de San Francisco.
¿Quién no ha sentido el vello erizarse bajo la manga de su chaqueta un Viernes Santo a las 8 de la mañana en el Bar La Aurora al escuchar a los Romanos Negros tocar, haciendo las delicias de los asistentes? ¿Quién no ha vibrado con la venta de Jesús del Huerto por parte de Judas a los Judíos un Miércoles Santo en el Paseo? ¿Quién no ha muerto de frío esperando la ansiada procesión del Silencio la madrugada entre el Jueves Santo y el Viernes Santo? ¿Quién no ha salido un Domingo de Ramos por la mañana a ver a los niños desfilar y ha llegado a casa a las 3 o las 4 de la madrugada?
La Semana Santa es tiempo de tradición, de reencuentros, de recuerdos, de vivencias, de disfrute, de alegría. Quizás los que no entiendan esto no conozcan la Semana Santa y todo lo que puede albergar una semana que, para muchos, requiere de dos o tres días (por lo menos), para reponerse. ¿Qué importan mis creencias religiosas para disfrutar de una tradición que he mamado desde que tengo uso de razón? Qué importa lo que piense, si la Semana Santa va de sentir. Vamos a dejar de ir de modernos, que luego todos estamos deseando que llegue el Domingo de Ramos para ponernos nuestras mejores galas para beber por encima de nuestras posibilidades y que llegue el Jueves Santo por la noche para empalmar con la mañana del Viernes Santo yendo de bar en bar. Tolerancia, respeto y a disfrutar.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Un golpe maestro el último single de Vetusta Morla

Y es que precisamente se titula así: "golpe maestro". Un tema que será incluido en su nuevo disco, "la deriva" y que va a salir al mercado en primavera.

Para quien aún no los conozca, Vetusta Morla es una banda de rock alternativo originaria de Tres Cantos, Madrid y que canta en español. Tras 9 años de andadura musical, en febrero de 2008 publicaron "un día en el mundo", su primer disco, que recibió una gran acogida por parte del público y que fue seguido por "mapas" en 2011. El nombre del grupo viene de la vieja tortuga de la novela juvenil "La historia interminable" de Michael Ende. Morla es una tortuga que optó por creerse lo justo para no convertirse en nada. Tras ganar numerosos premios, la banda ha decidido producir su próximo álbum: "La deriva".

El pasado lunes 24 de febrero pudimos disfrutar en exclusiva de "Golpe Maestro", el primer single del nuevo disco. Un canto revolucionario en el que se critica lo que el actual gobierno está haciendo con los trabajadores españoles, todo ello acompañado de metáforas excelentes y una música extraordinaria acompañando. La letra de la canción es la siguiente:

Robaron las antenas, 
la miel de las colmenas, 
no nos dejaron ni banderas que agitar. 
Cambiaron paz por deudas, 
ataron nudos, cuerdas, 
y la patrulla nos detuvo por mirar.
Llevaron los finales, 
a tierra de neutrales, 
no nos dejaron líneas ni para empezar
Fue un atraco perfecto, 
fue un golpe maestro, 
dejarnos sin ganas de vencer.
Fue un atraco perfecto, 
fue un golpe maestro, 
quitarnos la sed. 
Robaron las linternas, 
la lumbre en las cavernas, 
no nos dejaron mapas en la oscuridad. 
Vendieron humo y calma, 
lingotes de hojalata, 
palacios de ceniza y cartas sin marcar. 
Fue un atraco perfecto, 
fue un golpe maestro, 
dejarnos sin ganas de vencer.
Fue un atraco perfecto, 
fue un golpe maestro, 
quitarnos la sed. 
Fundieron plomo y cobre, 
pusieron sal en sobres, 
Alerta, hay un testigo, 
nos han dejado vivos. 
Fue un atraco perfecto, 
excepto por esto, 
nos queda garganta, puño y pies
No fue un golpe maestro, 
dejaron un rastro, 
ya pueden correr. Ya vuelve la sed.  

Para el videoclip, la banda ha optado por dejarse de buscar significados y ha encontrado la solución perfecta. El vídeo no tiene nada que ver con la letra, aunque sigue el ritmo que la canción marca. En él, podemos ver a dos niños jugando con una especie de sombrero con una especie de bandera que gira al girar la cabeza ellos. Pese a que el vídeo es todo el tiempo lo mismo, la verdad es que no puedes dejar de mirar.



Para concluir, solo quiero decir que es un acierto total de la banda el lanzar este tema justo ahora, cuando España necesita de mensajes revolucionarios y de ganas de moverse para revertir la situación en que nos encontramos. Un acierto y una genialidad, puesto que la letra está hilvanada de forma magistral y el videoclip es sinceramente extraordinario.