lunes, 9 de enero de 2012

¿Qué os han traído los Reyes Magos?

Carbón, carbón y más carbón. Mi 2012 no ha empezado bien. Mientras que mi 2011 acabó con un deseo de no cambio en mi estado emocional y social, el inicio del nuevo año se ha encargado de que eso no sea así. Quizás mis últimas palabras del año fueran: "ojalá todo siguiera como está hoy, tanto con mis amigos, conmigo mismo..." Nada de eso. El destino no se demoró en trastocarlo todo. El mismo día, horas después, todo cambió. De repente, volvieron los fantasmas. Las pesadillas. Esos sueños que nadie quiere que se cumplan. En mi caso, esos sueños son siempre iguales: la soledad es la protagonista. Siempre solo, siempre buscando apoyo, y nunca encontrándolo. Y, encima de todo, esas pesadillas se acompañan de actos, actos que me hacen temer aún más. Cuando más apoyo necesitaba, más solo me encontraba. Abandonado. Quizás no sea culpa de nadie, quizás solo sea una serie de errores, la cosa es como llegué a sentirme. Solo. Muy solo. Y en esos casos aparece mi yo más infantil, mi yo odiado, el "yo tengo que llamar la atención de todo el mundo como sea". Declive, vértigo, vergüenza. A la mañana siguiente solo me acordaba de algo: me habían abandonado, y mi subconsciente se había tomado la revancha, subiendo a lo más alto, solo, para luego caer, dejándome destrozado, por fuera y por dentro. Alcohol. Tamaños industriales. Resaca de caballo. Sensación de mierda. Y, dos días después, otra vez igual. Esta vez no me abandonaron, más que todo porque no estaba con ellos, pero mi debacle social llegó de todas formas.Y hay ocasiones en las que todo va a peor, y lo único que se me pasa por la cabeza es la opción de salir de casa con una maleta y correr, correr muy lejos, empezar una nueva vida, y no volver. Siempre entra esa idea en mi cabeza, y no se por qué, nunca la llevo a cabo.
Una vez he reflexionado he llegado a una conclusión: nunca más. Nunca volveré a pasarlo mal por sentirme solo, nunca más ahogaré mis penas en alcohol, nunca más haré el ridículo. Y no hablo del ridículo propiamente dicho, sino el ridículo desde su acepción más personal, esa sensación de haber tocado fondo. Hoy, mi estado semidepresivo va a más por momentos, pero se con certeza que un día de estos me voy a levantar, con más fuerzas que nunca, y voy a seguir adelante, pese a quien le pese.
Quizás esta autocrítica solo haya hecho que me deteriore un poco más, pero esa no es mi intención, como ya sabéis todos. Este año, si los Mayas tienen razón, será el último, y quizás haya que conseguir que sea el mejor. Mis propósitos están marcados ya. El primero se está llevando a cabo ya, los demás han de esperar, pero no quiero irme sin conseguirlos.
Quiero que este año sea inolvidable, ¿quién me ayuda? Mis brazos están abiertos a cualquier sugerencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario